domingo, 21 de agosto de 2011

¿Cómo ayudar a los niños a enfrentar los traumas?



Los niños, corren un riesgo mayor de trauma, ya que pierden de forma temporal su visión del mundo como lugar seguro y predecible. Tienen miedo de que lo sucedido vuelva a ocurrir y de que ellos o su familia se lesionen o mueran. A la mayoría de los niños les resulta difícil entender el daño, las lesiones y las muertes que pueden surgir de un hecho inesperado o incontrolable.
El modo en que un padre o adulto reacciona ante un niño después de un acontecimiento traumático puede ayudar a que los niños se recuperen más rápido y de forma más completa.

Reacciones de los niños

Aunque a los adultos les puede parecer exagerado, el miedo y la ansiedad de los niños, estos son muy reales. Los niños tienen miedo a lo desconocido y a quedarse solos. Después de un desastre, es posible que comiencen a actuar como si tuviesen menos edad de la que tienen. Pueden reaparecer comportamientos que antes eran comunes como mojar la cama, chuparse el dedo, apegarse a los padres o tenerle miedo a gente que no conocen. Es posible que los niños mayores que se mostraban independientes ahora deseen pasar más tiempo con la familia. Tal vez aparezcan problemas a la hora de ir a dormir como: tener pesadillas, no querer dormir solos, tener miedo a la oscuridad o a quedarse o a permanecer dormidos.

Algunos niños expresarán su miedo mediante síntomas físicos como dolores de estómago o de cabeza. Todos los niños pueden tener problemas para pensar. Se pueden distraer con facilidad, sentirse confundidos y desorientados y tener dificultad para concentrarse. Estas pueden ser a olores, objetos o actividades asociadas al trauma. Es posible que el niño no sea consciente de las causas de estas reacciones o los cambios de comportamiento.

CÓMO AYUDAR A LOS NIÑOS

En la familia

Es importante mantener las rutinas de la familia (comidas, actividades, hora de dormir) lo más normales posibles. Esto ayuda a niños de cualquier edad, permitiendo a los niños sentirse seguros y en control de la situación. Dentro de lo posible, los niños deben quedarse con las personas que sean más conocidas y
con las que estén más cómodos. También aceptar las necesidades especiales de los niños permitiéndoles depender un poco más de usted por un tiempo. Si lo necesitan, dé más abrazos, deje que tengan la luz encendida cuando van
a dormir o que no duerman solos o que vuelvan a tener su osito o manta favorita, y muestre que no le importa que estén más apegados a usted.

Cobertura de los medios de comunicación. Después de un desastre, todas las personas quieren escuchar las últimas noticias sobre lo ocurrido. Sin embargo, los estudios de investigación sobre desastres indican que los mensajes o imágenes inesperadas que aparecen en televisión asustan y causan la reaparición de problemas relacionados con el estrés. Además, cualquier persona que ve la cobertura sobre el desastre puede convertirse en lo que se denomina una víctima secundaria y puede sufrir problemas emocionales y físicos. Es mejor no dejar que los niños vean la cobertura del desastre en las noticias.

Sentimientos y reacciones. Los niños expresan sus sentimientos y reacciones de formas distintas. Si usted acepta esto, puede hacer una diferencia en el modo en que sus hijos se recuperan del trauma. Esto significa que tendrá que aceptar que algunos niños reaccionarán alejándose sin poder hablar del asunto,
mientras que otros se sentirán intensamente tristes y enojados en algunos momentos y en otros, actuarán como si nada hubiese sucedido. Los niños suelen confundirse con respecto a lo ocurrido y a sus propios sentimientos. Sin embargo, no se sorprenda si algunos niños parecen no verse afectados por lo que vieron o escucharon. No todos tienen reacciones inmediatas; algunos tienen reacciones que aparecen días, semanas y hasta meses después y algunos nunca tienen una reacción.

Hablar sobre lo ocurrido

• Escuche y acepte los sentimientos de los niños.
• Dé respuestas sinceras, simples y cortas a sus preguntas.
• Asegúrese de que entienden sus respuestas y el significado que usted les quiere dar.
• Use palabras o frases que no confundan al niño (o niña) ni hagan que el mundo sea más aterrador.
• Dé oportunidades a los niños para que hablen entre ellos sobre lo que pasó y cómo se sienten.
• Dé a los niños una explicación sincera si usted se siente tan enojado que no quiere hablar sobre lo que pasó. Considere tomarse un tiempo de descanso y pedirle una mano a un amigo de confianza de la familia.
• Si los niños hacen la misma pregunta una y otra vez es porque están tratando de entender, tratando de encontrarle sentido a la interrupción y confusión en su mundo. Los niños más pequeños no entenderán que la muerte es permanente, así que las preguntas repetidas se deben a que esperan que todo vuelva a la normalidad.
• Si un niño se siente culpable, pídale que explique qué pasó. Escuche con atención para ver si se siente responsable por algo. Explique la situación y recalque que nadie, en particular él o ella, podría haber evitado lo ocurrido.
• Deje que la escuela ayude. Los maestros de la escuela pueden notar cambios en el comportamiento del niño y responder para ayudar al niño a hacer frente a la situación.
• Aunque usted sienta que el mundo es inseguro, tranquilice a su niño diciendo, “Ya se acabó. Ahora haremos todo lo posible para mantenernos seguros. Juntos podremos ayudar a que las cosas vuelvan a la normalidad”.
• Esté atento para ver si los niños tienen preguntas y quieren hablar sobre el tema.
• Demuestre su cariño y apoyo. Los niños lo necesitan mucho en este momento.

SEPA CUÁNDO NECESITA AYUDA DE UN PROFESIONAL

Los niños son increíblemente flexibles, pero pueden verse profundamente afectados por un trauma o una pérdida. A veces un consejero puede ayudar a un niño al brindarle un lugar seguro para hablar sobre lo que pasó y sobre sus sentimientos. La ayuda de un profesional es buena idea si el niño muestra alguno de estos cambios por más de tres meses después del desastre:
• Problemas en la escuela con el comportamiento o los estudios.
• Explosiones de enojo.
• Aislamiento de las actividades sociales normales o del juego con otros niños.
• Pesadillas o problemas con el sueño frecuentes.
• Problemas físicos como náuseas, dolores de cabeza, pérdida o aumento de peso.
• Ansiedad intensa o comportamiento evasivo causado por recuerdos de lo que pasó.
• Depresión o una sensación de no tener esperanzas sobre la vida o el futuro.
• Problemas con el uso del alcohol o las drogas.
• Práctica de comportamientos peligrosos.
• Preocupación continua sobre lo que ocurrió hasta que se convierte en el centro principal de su vida.
“Para comprender los problemas del niño es necesario entender y conocer cuál ha sido su desarrollo, tomando en cuenta, sobre todo, las actitudes de los padres. Sus alteraciones dependen de las influencias y las propensiones inherentes a su dotación genética. Los niños sienten angustia y la experimentan como sentimientos de aprensión e inseguridad, o como fobias y temores. Suele perder el apetito, llorar, vomitar, fobia a la oscuridad, a los animales o a la soledad”.
Los traumas infantiles pueden generar las siguientes manifestaciones:
Tartamudez: El bloqueo espasmódico que dificulta la emisión de sonidos. Se puede limitar a la articulación de sílabas iniciales, de algunas palabras o frases, la total imposibilidad de hablar, o en la compulsión de repetir la primera sílaba inicial de alguna palabra (b, d, s, t). Se acompaña de gestos, sacudidas de cabeza y movimientos corporales.
Comerse las uñas: Se da en uno de cada cuatro infantes y alcanza mayor intensidad en la adolescencia. Se acentúa en situaciones de preocupación o de tensión para descargar energía sobrante. Estos niños tienen dificultad para exteriorizar la hostilidad.
Enuresis: Emisión involuntaria de orina después de los tres años de edad, ya sea diurna o nocturna. Es más frecuente en varones y puede declinar hasta los 16 años. Se presenta como conducta aislada o asociada con otras psicopatologías. Si se descarta físicamente el retraso en la madurez de la micción, se considera una expresión inconsciente de hostilidad, la búsqueda de ayuda o una señal de erotismo infantil.
Encopresis: Es la emisión involuntaria de materia fecal, diurna o nocturna. Se da cuando el trauma infantil es más profundo.
Anorexia: El rechazo de cualquier alimento, o específicamente alguno importante, como sería la leche. La falta de apetito se acompaña de otros trastornos de conducta.
Tics: Son las contracciones o espasmos intermitentes e involuntarios de grupos musculares limitados: parpadeo, contracción de boca, contracciones faciales, sonidos, etc. Es síntoma único. Se da entre los cuatro y los 16 años. Si no es secuela de una enfermedad, como la corea, puede ser un factor constitucional. Es un intento de reducir la tensión interna.
Conducta antisocial: Se manifiesta por rebeldías, robos, pleitos, el contar mentiras. Generalmente son niños egoístas, muy demandantes y desconsiderados con las personas que los rodean. Tienen dificultad para relacionarse con otros niños y esto hace que se aíslen aún más. No se debe corregir con castigos severos, porque eso acentúa más la problemática. Autoafirmación y rebeldía.


Bibliografias:



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